Enseñar a enseñar…enseñar a aprender

Ana Amico y Kali Marconi

Enseñar a enseñar…enseñar a aprender

Compartimos la mirada y la pasión de dos docentes del Nivel Superior que se animaron a contar su propia historia, su trayectoria y logros en esta profesión a la que consideran un acto de entrega y de amor por el otro.


Ana Amico: «lo importante no es uno y su conocimiento sino ser útil para el sujeto que tenés enfrente»

En el arte desde niña

Mi trayectoria educativa en cuanto a formación docente es bastante larga. Yo empecé mi formación en el campo artístico desde niña. Mi ingreso a la escuela de Bellas Artes me involucró en lo artístico desde los 13 años. En esa época además de la formación general que era el bachiller, con un año más de cursado se obtenía el título de docente: Maestra de Artes Pláticas. Entonces ya a los 17 años estaba involucrada en el campo artístico y en el docente. En tanto me formé como docente en esa época y empecé a hacer algunas experiencias, entendí como sabemos todos los docentes, que la formación es continua, perpetua…uno no puede dejar de aprender para poder ser útil y enseñar. Al poco tiempo ingresé en la Facultad de Artes y egresé como profesora de grado universitario en Artes Visuales. También hice la tesis de la licenciatura, que me abrió a otro territorio que es el de la investigación y aunque parecen indisociables el campo de la producción artística, el de la investigación y el de la producción, me parece que son absolutamente coherentes porque hoy en día el docente debe actualizarse permanentemente. También se entiende el arte desde la producción sino caés meramente en la teoría del objeto artístico. 

Sentirse útil

La docencia es el lugar donde yo siento que puedo ser útil más allá de mí. Mis necesidades se cubren en la producción artística pero hay también una necesidad de ser útil al otro, de entender desde qué lugar uno puede aportar a la educación. Entiendo que construir conocimiento da placer a uno pero también el aporte a la sociedad desde la pasión por el arte puede contribuir. Realmente creo que el arte y la cultura deben ser accesibles a todos y trabajo para eso: para que el arte sea una posibilidad de formar a las personas, de mejorarlas y la cultura sea un bien común.

Mis maestros 

En la vida uno va encontrándose con distintos maestros. Mi maestra de la primaria descubrió que me fascinaba crear y lo llamó a mi padre para decirle que yo tenía una vocación por lo artístico y lo motivó para que me acompañara en ese proceso, en un momento en el que estudiar artes era bastante incierto para pensar en cuanto a desempeño laboral, entonces mi maestra de la primaria fue el primer referente que a mí me hizo saber que la docencia no era enseñar contenidos era reconocer en la historia del otro cuál era el camino posible y potenciarlo. También en la secundaria tuve maestros, en la Esc. de Bellas Artes, que me fueron guiando en la producción, en desempeñar la pasión por el arte. En la universidad, como yo me especialicé en pintura, hubo un gran maestro para mí que es Alberto Musso, un artista que ya falleció, fue quien me hizo apasionar por la pintura y también reflexionar sobre el hecho de pintar. Y una gran maestra en el campo de la teoría que fue quien me involucró a mí en el tema de la investigación, que es la Dra. en Filosofía que se llama Sonia Vicente, que actualmente trabaja en la Facultad de Artes.

Lo importante es quien tenés en frente

Sobre todo, me parece que el recurso fundamental es entender que lo importante del proceso de educación, en cualquier nivel, es el sujeto del aprendizaje. A veces nos olvidamos que enseñar contenidos no es solamente la función de enseñar. Reconocer en la historia y en la necesidad del alumno que tenés en frente y dedicarte a potenciar esa capacidad, que todos tenemos, y en esto hay una posición también que es entender que el arte no es solo para algunos, me parece que es lo sustancial. Después vienen todos los procesos de ponerte a punto para dictar las clases. Pero la posición del docente es entender que lo importante no es uno y su conocimiento sino el sujeto que tenés enfrente y serle útil.

Logré en esta labor

El mayor logro que siento haber alcanzado es ser coherente con lo que siento y lo que pienso… que es el arte.

Mis clases comienzan así…

La primera muletilla siempre es insistir en que se puede. Hacerle saber al otro todos los días que se puede, que la educación no es para privilegiados.

La experiencia de enseñar en el Nivel Superior

Cuando trabajás en el nivel superior no solo enseñas a aprender, sino que enseñas a enseñar. Ese es el primer cambio. Potenciar al alumno no solo a que aprenda que no significa aprender contenidos como comportamientos estancos, sino otorgarle herramientas para aprender. La garantía está en poder visualizar con claridad cuál es nuestra realidad, corrernos de lo academicista y entender que cuando enseñas se debe enseñar también a reconocer el contexto. Sino el aprendizaje no es significativo.   

 


 

Kali Marconi: «Me construí docente»

La niña del moño rojo

Yo siempre voy a tener la escolaridad incompleta, porque mi madre nunca creyó en el jardín de infantes entonces nunca lo hice. Entré a 1° grado derecho, jejeje. Haga lo que haga tengo la trayectoria incompleta, digo yo. Yo estudié en Córdoba, entonces mi trayectoria tiene características diferentes. Mi secundaria fue durante la dictadura, son recuerdos poco amigables. Era una educación muy militarizada, con el agravante de que iba a una escuela privada católica. Recuerdo que en primer año de la secundaria quise entrar a la escuela con mi carpeta en la mano y me pararon en la puerta y no me dejaron entrar porque me había atado el pelo con un moño rojo, me tuve que volver a mi casa. Ese tipo de situaciones son las que recuerdo, hasta el ’83 que volvió la democracia. Posteriormente, ingresé al Nivel Superior, hice primero el profesorado de Historia en Córdoba, fue una experiencia maravillosa. Después me vine a Mendoza y estudié Sociología en la Facultad de Cs. Políticas de la UNCuyo y me abrió la cabeza en un montón de cosas.      

Docente no se nace…

Yo empecé el profesorado de Historia porque soy una lectora compulsiva y lo fui toda la vida. No lo pensé desde la docencia, sino por mi pasión por la historia. Me construí docente, no nací, parafraseando a Simone de Beauvoir… docente no se nace, docente se hace. 

«Un amor impresionante y nada más. Todo lo otro sale»

Son cosas que tienen que ver con lo cotidiano. Con el reconocimiento cotidiano que tenés por ese trabajo, que tiene que ver con los pares, con los futuros colegas. Con los alumnos más chiquitos. El granito de arena cotidiano es el logro, que no tiene una cuestión significativa cuantitativamente, pero es lo cotidiano. Por ahí te levantás una mañana sin ganas de ir a trabajar y entrás al aula y se te cambió todo por algo quizás absolutamente insignificante, pero te cambió el día. Para mí eso son los logros. Poque eso insignificante que te modificó a vos, tiene que ver con algo que una está haciendo para recibir también esa respuesta. Entonces digo…algo bien debo estar haciendo.

 

Dudar de todo

Generalmente, el primer día de clases salen horrorizados. Lo primero que recalco es que, trabajando en historia y en ciencias sociales, el sentido crítico es fundamental. Mi frase de apertura de las materias es: tienen que dudar de todo y fundamentalmente de mí, que yo lo diga no significa que sea cierto, entonces a la primera que tienen que cuestionar es a la persona que tienen enfrente.  

 

Guiar el aprendizaje

Tanto en Media como en Superior yo no considero que esté enseñando. Yo no enseño nada, podemos trabajar, construir, criticar, acompañar, a lo que yo aspiro es a guiar, una manera, desde un lugar, el  aprendizaje. Pero la posición de que estás enseñando nunca la tuve. No me puedo plantar en el lugar de la verdad única y absoluta que es donde por ahí se planta aquel que enseña.

 

Deja un comentario